sábado, 31 de enero de 2015

Corre, Bryan, corre

Hoy no estoy muy inspirado con los títulos, pero este que finalmente he puesto casa con lo que serán mis próximas semanas.  El 9 de mayo volveremos a mi isla fetiche para correr por segunda vez un maratón de montaña. Hay que bajar el tiempo del primero, no me preparé como me habría gustado y la llama de la superación me arde por dentro una vez más. No soy Al Capone, pero tengo cuentas pendientes con la Transvulcania.

                                                                                                                Fuente: Neontrainers

Después de un satisfactorio pero agotador periodo de exámenes mi estado de forma no es el mejor. No estoy mal, he hecho alguna salida larga por asfalto y me he encontrado bien, pero he llegado muerto a casa. He podido salir acompañado y eso me ha ayudado a vencer la pereza fría de esta época. Lo bueno de correr con amigos, aunque tiene su parte mala, es que no te centras del todo en ti mismo. Cuando observas el correr de los otros te olvidas un poco de tu cuerpo y notas menos el peso de los kilómetros.

Entre el final de los exámenes y el inicio de las clases he tenido unos días para idear el plan para el maratón: un día a la semana fartleck o series, otro cuestas, un rodaje asfaltero, la tirada obligatoria por montaña y una sesión de rodillo. Lo ideal sería meter estos cincos entrenamientos en una semana, pero con el trabajo y los estudios se torna muy complicado. Es muy probable que no pueda hacerlos todos más de una vez, por lo que barajo dejarlo en cuatro sesiones semanales y así no amargarme más de la cuenta. Tengo la necesidad de sentirme preparado para afrontar cualquier reto, y cuando no puedo entrenar me suelo frustrar un poco. Como me conozco, en el plan también está la máxima de no amargarse.

Para suplir estas carencias lo mejor que puedo hacer es meter bastante volumen antes de que empiece a prepararme a conciencia. Esta estrategia es la lógica y habitual. Ya la he seguido antes, pero nunca a rajatabla. Por eso, ahora es momento de encender el piloto automático y decir Run, Bryan, Run. 

El 17 de septiembre estuve corriendo el Trail Nocturno de Tegueste. Siempre había querido hacerlo, y la verdad es que mis expectativas se cumplieron con creces. Es un lujo que se hagan carreras así en Tenerife. Dos notas mentales: los polvorones no son buenos, y necesito un frontal mejor. 


sábado, 3 de enero de 2015

La delgada línea

Hay un línea muy delgada que divide el deber del querer. Ahora mismo, debería estar haciendo un resumen sobre la comunicación institucional en situaciones de crisis, pero no quiero. Lo haré, evidentemente, porque mi futuro depende de mis estudios y porque, en el fondo, el tema me gusta. Esto viene a cuento porque hace casi un mes empecé a ir al gimnasio, pero lo dejé.


Fuente: So Funny Gifs

El objetivo para 2015 es correr el maratón de Transvulcania. Eso la primera parte del año, para la segunda, más que un reto, hay un sueño que viene en clave de 24 horas. Pero ya se verá. Este maratón será duro, y más ahora que han quitado un avituallamiento. Abro paréntesis: el primer avituallamiento está en el kilómetro 7 después de una tramo facilillo, ¿quién va a parar ahí? Todos, hay que hacerlo, el siguiente está a algo más de 13 kilómetros, en Pico de la Cruz. Antes había uno intermedio, Pico de la Nieve, en el kilómetro 16, pero con el afán naif de hacer "una carrera más exigente y segura" se lo han cargado. En fin. Cierro paréntesis. El caso es que una vez que lleguemos al Roque de los Muchachos habrá una larga y dura bajada hasta la meta en Tazacorte. Tengo una idea fija: hay que fortalecer la musculatura si no queremos desfondar a la mitad. 

Para eso me apunté al gimnasio. A uno de barrio, el que me queda cerca, lleno de máquinas de tortura y con música infernal a todo volumen. Fui el primer día, un miércoles anodino, y la monitora me dijo que empezara haciendo hombros. Así, sin calentar: cuatro series de 15 repeticiones sin peso. La primera bien, la segunda regular, ¿la tercera? "Pero qué hago subiendo y bajando una mancuerna. Me aburro". La cuarta: "Venga Bryan, esto te irá bien para mejor la postura corporal y la técnica de carrera (...) ¡Sigue nenaza, mira al piernas de pollo ese!". El resto de la visita no fue muy diferente: primero me decía que todo iba bien, luego entraba en crisis, después me autoengañaba y, al final, buscaba cualquier motivo absurdo para terminar la dichosa cuarta serie. 

No soy gandúl y tengo bastante fuerza de voluntad, pero cuando algo no me gusta... Tendría que haber ido la semana siguiente al gimnasio de nuevo, pero no volví. Yo no hago deporte por mejorar mis tiempo o por llegar más alto, lo hago por que me siento bien. Claro que me gusta ser rápido y superarme, pero no a costa de tener que pasarlo mal innecesariamente. Entreno y sufro como el que más, pero cuando es necesario. Soy capaz de morir en un fartleck o llegar al colapso en cuesta si es preciso, pero no me pidas que suba y baje una mancuerna para ejercitar los hombros. Eso no me motiva. Prefiero subirme a la bici en un rodillo y creerme Contador antes que eso. La vida ya es lo bastante complicada como para hacer que el deporte también sea un desquicio. Si tengo que hacer algo que no me gusta, que sea en mis estudios o en mi trabajo, pero no en lo que me apasiona.  

Es lo que he aprendido en 2014, que la línea entre el deber y el querer es muy delgada, pero que prefiero caerme hacia el lado del querer. Podría ir al gimnasio sí, y llevar un entrenamiento metódico y concienzudo, pero ahora mismo, con 21 años, no quiero eso. Ya habrá vida para mejorar los tiempos. Esto no quiere decir que ahora me vaya a convertir un viva la vida -cosa muy respetable- y no vaya a prepararme bien para Transvulcania, sino lo contrario. Me entrenaré más y mejor porque quiero disfrutar de la experiencia, pero si tengo que fortalecer mis piernas iré a escalar o a montar en bici, porque eso me llena, no subir y bajar una mancuerna.