domingo, 19 de abril de 2015

La señora mayor

Se levanta cada mañana, temprano, y se pone la ropa que ha dejado preparada en la silla. Tenis claros, mallas negras, camiseta, de manga larga, que por la mañana hace frío. Encima, un chaleco azul. Se cubre el cuello y parte de la cara con una bufanda que casi le tapa los ojos. Los tiene cansados, parece mayor. Si no fuese por sus ademanes, si no llevase una visera blanca, sería imposible reconocerla. Sería otra madrugadora más. Antes de salir busca su reloj para no olvidarse del tiempo y se dirige a la puerta. Para coger las llaves, se pone de puntillas, de otra forma no llegaría. Al pasar el umbral y llegar a la calle, respira profundamente antes de ponerse en marcha.

Hace tiempo solo caminaba, aunque como ahora, escuchando música o la radio. Alterna una cosa o la otra según dicte el destino: cuando hay noticias tristes, se pone su canción favorita. Algunos días solo escucha su canción favorita. Ponía empeño al caminar, movía los brazos rítmicamente, casi como una atleta etíope, pero sus pies no se levantaban del suelo. Zancadas cortas, rápidas, la cabeza alta y los puños cerrados. Su forma de andar era peculiar, cómica diríamos. 

Es duro salir cada mañana ahí fuera, pero ella casi nunca decae. Se reserva los días de fiesta y los que llueve. En esos días, se deja querer por la cama; le da igual el despertador. Poco a poco, muy lentamente, se fue haciendo más fuerte. Esa no era su idea, ni mucho menos, solo quería hacer un poco de ejercicio para cuidar su corazón. Ese que el médico dijo que debía mimar. Con caminar le habría bastado, sin embargo, no se quedó ahí. Ya era capaz de correr en las bajadas. Cuando llegaba a una, usaba la inercia para echar a correr. El aire helado que entraba en sus pulmones dolía, pero le hacía sentir viva. Por eso, al acabar el descenso, intentaba seguir un poco más. Luchaba para conseguirlo. Jadeos y sudor, ese era el resultado. Y al final, tenía que parar. Esperar a otra pendiente.

Los tramos rectos y las subidas se convirtieron en bajadas el día que se atrevió. Todo corredor tiene un comienzo, un día en el que decide ir más allá. Superar la barrera que se marcó tiempo atrás. A veces el límite es la esquina de la plaza, la rotonda aquella, o tres vueltas al parque, pero cuando se supera, uno se convierte en corredor. Desconozco el momento exacto, pero la señora mayor un día decidió ser corredora. 

Desde entonces, ha seguido madrugando y cubriéndose hasta los ojos para salir a correr. No sabe qué significa la palabra Running, qué es un maratón y tampoco conoce más de dos marcas de tenis. No le hace falta, es una burbuja dentro de otra burbuja. Cuando los runners desaparezcan, ella seguirá corriendo. No le importará si corre a 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8 o 9 minutos el kilómetro, ni las series ni los intervalos, pero seguirá. Humilde, sin alharacas, sin mallas de colores. Así, seguirá.

Antes me repetía este mantra: "I'm gonna show you how great I am". Ahora, cuando me cuesta avanzar, recuerdo a la señora mayor. Su paciencia, su perseverancia, sus ganas... E intento correr la siguiente cuesta.

Esta entrada va por todos lo que miran por encima del hombro a otros por, simplemente, ser más rápidos.

domingo, 5 de abril de 2015

El anti Kilian

Hace algo más de un mes alguien fue capaz de subir y bajar una montaña más rápido que Kilian Jornet. Para ser exactos, Karl Egloff subió y bajo el Aconcagua 57 minutos más rápido. El mundo de las carreras por montaña se revolucionó; pocos sabían quién era y de dónde venía el hombre que había hecho lo imposible. Pero la historia de Egloff no empieza en el pico argentino y tampoco por casualidad. El año pasado, en verano, también arrebató a Jornet otro récord. Esta vez, el del Kilimanjaro, y por 32 minutos. El trail parece haber encontrado a su anti Kilian.

Karl Egloff. Fuente: Facebook  

No quería que se batiera el récord. Cuando empecé a correr, acabando la adolescencia, mi primer referente fue Kilian Jornet. Algunos colgaban el póster de un futbolista de peinado raro, yo de un chico que corría por montaña que decía que uno no puede morirse sin haberlo dado todo. Aún sigue en la pared. Por eso, porque fue un ejemplo en una época difícil, no quería ver cómo otro le superaba. No deseaba tener esa sensación de vacío que deja un ídolo caído.

Con el paso de los días, cambié de opinión: si se consigue una nueva plusmarca será bueno para todos. Las carreras por montaña, el Trail Running, es un deporte reciente y en expansión. Para que perdure, necesita que haya competitividad y nuevos actores que lo dinamicen. No es bueno que siempre gane el mismo. Tiene que haber otros que disputen las carreras o los tiempos, que propongan otras formas de entender la montaña y nos aporten cosas nuevas. Cuando Egloff descendió de la cima argentina, los medios de comunicación hicieron su trabajo y todo el mundo conoció al anti Kilian.

Metiéndonos en otro terreno, no creo que el suizo-ecuatoriano sea el único capaz de superar a Jornet. De hecho, ya lo hizo Luis Alberto Hernando en la pasada Transvulcania, aunque esta vez los condicionantes fueron distintos. Lo que sí pienso es que si el rey de la montaña se lo propone, es capaz de poner el listón tan alto como quiera. Para muestra un botón: hay vídeos de la última Hardrock 100 donde se le ve bromeando con otros corredores. Como si no estuviese en medio de una carrera, pero eso duró un rato. Una vez que se lo tomó en serio, dejó a todos detrás y marcó un nuevo mejor registro. Él es así.

Puede que su carácter nómada no le permita mejorar aún más sus marcas. De hecho, para aclimatarse y preparar la ruta del Aconcagua estuvo casi dos semanas, mientras que Egloff amplió este periodo bastante más. Otra de sus singularidades, quizá un punto débil, es su afán por mantenerse en un mismo estado de forma todo el año y correr en toda modalidad que se le presente. Es decir, se encara con "especialistas" continuamente. Mientras otros se preparan a conciencia para estar a tope en una prueba concreta, el catalán tiene que relativizar el esfuerzo para cumplir con su calendario. Una semana puede estar viéndoselas con Marco de Gasperi en una carrera corta y a la siguiente pugnando con los mejores en un ultra. Por ejemplo, Egloff tras su hazaña descansó y recupero hasta participar en el Vertical Bóveda, en Alto Sil, donde quedó tercero por detrás de Aritz Egea y Alfredo Gil.

Entonces, el rival perfecto del contador de lagos tendría que combinar varias cosas: polivalencia, capacidad de adaptación y recuperación, inteligencia y, sobre todo, mucha técnica. El proyecto Summits of my life consta de seis picos y siete travesías (Mont Blanc, Cervino, Elbrus, McKinley, Aconcagua y Everest). Opino que hay gente preparada para hacer mejores tiempos en cinco de ellos, pero me da en la nariz que el registro del Cervino permanecerá inalterado mucho, mucho tiempo. El principal problema de este pico está en su altísimo nivel técnico. Como decía Jornet, en esta cima, si te caes, te matas. De hecho, fue la última de las montañas de los Alpes en ser escaladas. Daba miedo. Sin embargo, en este terreno, en el de la máxima dificultad y el pánico ante la muerte, no hay nadie que se maneje como él.

Ahora que parece qur la IAAF y la ITRA quieren alienar el Trail Running, los corredores debemos reivindicar los valores que queremos para este deporte. No nos engañemos, no hace falta un anti Kilian. No existe. Necesitamos a corredores que promuevan su respeto por la montaña. Cuantos más mejor. Por eso celebro la llegada de Karl Egloff, porque ha elevado el nivel de competencia y parece ser un buen tipo.